Monday, January 19, 2015

El resurgimiento del antiguo ritual del vinilo



Recuerdo perfectamente aquellos momentos: esperar hasta el sábado para comenzar mi peregrinaje semanal hacia La Gran Discoteca de la calle Cerra en Miramar donde, parsimoniosamente rebuscaba entre las filas discos a ver qué nueva joya musical encontraba que impulsaría un paso hacia adelante mi sensibilidad y conocimiento musical. Luego de hacer el resaque –y el proceso tener que escoger el que me llevaría de entre unos cinco elepés, ya que las finanzas no me permitían más de uno semanal- caminaba de vuelta para
comenzar con el ritual de devorar aquel pedazo de vinil circular surco por surco, letra por letra, imagen por imagen.
Cualquiera que haya crecido durante la década del sesenta, setenta y la primera mitad de la de 1980, puede recordar con nostalgia este proceso que, más que un mero ejercicio consumista, representaba un escape y una escuela en el arte de la música. Pero, la debacle de quien fuera una vez el principal medio de difusión de la industria musical a nivel mundial, era como la proverbial escritura en la pared.

Desde 1976, cuando Estados Unidos entró en una recesión mundial ligada a la crisis del petróleo en aquel entonces, las grietas en la producción de discos comenzaron a verse. En la desesperación por abaratar costos –y con la usual estupidez de las grandes discográficas de nunca medir el alcance de sus actos- estas comenzaron a reemplazar el vinil virgen de 180 gramos o más, utilizado durante la bonanza discográfica que comenzó a finales de la década de 1950 y que duró casi dos décadas, por vinil reciclado y de baja densidad que producía cantidades terribles de estática –electricidad estática que se acumula en los surcos del disco y que genera un sonido desagradable que comenzaron a frustrar a los coleccionistas y audiofilos.

Pero la tragedia no culminó ahí.
Como hipnotizados por los nuevos magnates de la tecnología, las empresas discográfica insertaron el último clavo en su ataúd al respaldar, con ojos cerrados, el nuevo formato digital que comprime la música en archivos MP3, WAV y otros. Con esta movida, la calidad de la música declinó aún más. Si bien, estos formatos de CD y música digital han logrado hacer más práctico el ejercicio de escuchar música y ha permitido el surgimiento de artistas independientes, han creado el desinterés en este medio artístico por parte de las nuevas generaciones, además de haber afectado la fidelidad de música grabada en géneros como el rock, la salsa y el jazz. El desarrollo de los discos compactos se hizo tomando como modelo la música clásica, que no requieren de un énfasis en las frecuencias bajas de su música como se requiere en los géneros anteriormente mencionados.
Peor aún, la experiencia de escuchar música en formatos digitales ha desconectado a las audiencias de la música de manera brutal, relegando a un lugar sin importancia la experiencia de escuchar música grabada. Demasiada información disponible significa darla por sentado y, por ende, pierde su valor.


No todo está perdido
Sin embargo, cuando ya pensábamos que todo estaba perdido, surge luz al final del camino para los audiofilos. Desde 2006 se ha reavivado el interés -conocido mundialmente como “reavivamiento de vinil”
(Vinyl revival)- por volver a experimentar la música en su formato original. Esta tendencia ha invadido a casi todos los países del mundo. En Japón, por ejemplo, las estadísticas muestran una reducción de 60% en el año 2013 de consumidores interesados en adquirir música en formatos digitales versus el súbito interés del público por discos compactos y, en especial, vinilos.
¿Serán estos los primeros indicios de un renacer de la industria discográfica y, por ende, de la música grabada? Aquellos tiempos en que el elepé era rey y soberano de la industria. Quizás sea muy pronto para emitir tal veredicto. Pero, lo que sí es un hecho, es que, gracias a este súbito interés por el vinil, nuevas oportunidades para disqueras y distribuidores independientes –sin mencionar lo significativo de esta tendencia para artistas de la vieja guardia- la reproducción de discos en vinil virgen de 180 gramos remezclados y remasterizados de las cintas maestras a media velocidad y en sus empaques originales tal y como era la intención original (carátula, espina, diseño de tapa interior, etc.) ha ido en ascenso desde entonces.
Hemos visto la incursión en este formato de artistas modernos como Taylor Swift y The Black Keys, así como el re-enamoramiento de instituciones del rock como Pink Floyd, siendo la más reciente y última producción de esta legendaria agrupación la realización en vinil que más se vendió en el Reino Unido en 2014 y la que más rápido lo hizo desde 1996, a pesar de que, hasta el momento, solo ha vendido 6,000 copias en ese formato.
La celebración de días nacionales del disco en países de Europa, América Latina y en Estados Unidos, la aparición de la “fiebre del vinil” en comerciales, películas, series televisivas y demás medios corporativos, bien podría ser el indicio del resurgimiento comercial del vinil. Sea como sea, es indiscutible la experiencia que representa escuchar música en formato de vinil: una poderosa y abarcadora. Hoy día, nuevas generaciones están experimentando por primera vez este legendario formato y son quienes están trayendo de vuelta el medio al sitial en la historia que se merece. Enhorabuena.